Concentración, menos accidentalidad, mejores respuestas… a buen volumen.

 

 

 
 

Oír (percibir los sonidos, ruidos y mensajes verbales que se generan alrededor) es una de las principales habilidades que tenemos la mayoría de los seres humanos para hacer más fluida nuestra comunicación, entre ella la laboral. Sin embargo esta capacidad se puede ir perdiendo por enfermedades, accidentes, exposición a volúmenes superiores a los que el cuerpo humano resiste o como una condición normal del envejecimiento. Estas disminuciones auditivas jamás se recuperan y se les denominan hipoacusias.

Asegurarse de que sus trabajadores tengan una buena audición, que el ambiente laboral no les afecte la salud y que sepan y protejan adecuadamente sus oídos tanto al interior como al exterior de la empresa, esto va de la mano de sus estrategias de competitividad. A menor ruido y mejor salud auditiva tendrá empleados con:

 

Mejor capacidad de concentración.
Mayor habilidad de comunicación.
Menos propensión a accidentes.
Más rendimiento físico y mental.
Mayor habilidad psicomotriz (equilibrio).
Menos incapacidades médicas

 
 

Evitar el ruido es clave
Es importante que tenga en cuenta los decibeles, o volúmenes de sonidos, como un criterio para el diseño de puestos de trabajo, adquisición de maquinaria o modificación de procesos, eliminando en primera instancia el riesgo de ruido. Y si aún así se mantienen altos los niveles, entonces debe acudir a los equipos de protección personal como los tapones auditivos. Tenga en cuenta estas tres intervenciones:

En la fuente: implementando mecanismos que reduzcan la generación de ruido como silenciadores, rodamientos o amortiguadores.

En el ambiente: poner barreras para que el ruido no se expanda y llegue al personal. Como páneles, encerramiento de máquinas o cabinas aisladas de ruido.

En la persona: dotarla con los equipos de protección como son los tapones auditivos, enseñándoles su uso, limpieza y renovación periódica.

   
 


Decibeles permitidos
De acuerdo con la OMS, cuando un ser humano se expone a más de 65 decibeles puede tener alteraciones del ritmo cardiaco, hipertensión y estrés, entre otras. Si se sobrepasa, frecuentemente a los 80 decibeles empieza un proceso de pérdida gradual de la audición o hipoacusia. Y si se llega a los 140 decibeles o más inmediatamente se genera dolor, daño de los nervios y sordera a corto plazo.

Recuerde que la medición de los decibeles debe ser realizada por un higienista a través de dos técnicas:

1. En el sitio específico en el que se genera el ruido.

2. Cerca de la oreja del trabajador con un aparato especial que determina los decibeles a los que se expone en varias áreas.

 
 


De acuerdo con la Resolución 1792 de 1990, los valores límites en decibeles, permanentes o intermitentes, a los que pueden estar expuestos los trabajadores del país, con uso de equipos de protección son:

Ocho horas: 85.
Cuatro horas: 90. Dos horas: 95.
  Una hora: 100.
Media hora: 105.
Quince minutos: 110.
  Siete minutos y medio: 115.
 
 

En las capacitaciones con su personal

Utilice comparativos para explicarles los decibeles a los que están expuestos en su diario vivir, por ejemplo, entre 40 y 60 son equivalentes a la voz humana, 90 al pito de un automóvil, 115 al ruido de una motocicleta, 130 a un avión cerca a la ciudad.

Explíqueles que el oído es la única parte del cuerpo humano que no necesita limpieza, pues él mismo lo hace naturalmente a través de la expulsión de la cera. Si ésta se saca con otros medios como los copitos, se estará dejando desprotegido al oído o taponándolo.

Envíelos a audiometrías cada cinco años si están expuestos entre 80 y 83 decibeles, cada año para 83 a 90 decibeles y cada 6 meses para decibeles superiores a los 90.

Artículo desarrollado con la asesoría de Juan Camilo Vásquez
Médico de Intervención ARL SURA